EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO.

El bautismo es el primero de los Sacramentos, el que sanciona el verdadero nacimiento de un cristiano. Gracias al Bautismo, somos purificados del Pecado original y nos convertimos en parte de la Iglesia y del cuerpo de Cristo.
Gracias al Bautismo tenemos acceso a los otros sacramentos y comenzamos a emprender el camino del Espíritu. Purificados por el perdón incondicional de Dios, nos convertimos, a todos los efectos, en sus hijos. La palabra Bautismo proviene del griego βάπτισμα, báptisma, «inmersión». Eso es exactamente lo que es, una inmersión en agua purificadora. El simbolismo del agua como un medio de purificación ocurre en muchas religiones de la antigüedad. En particular, en el judaísmo era necesario practicar abluciones purificadoras antes de poder acceder al culto. El agua limpiaba el cuerpo y con ella el espíritu de todas las impurezas, lavando y quitando el pecado. Con el tiempo, estas prácticas que contemplaban el agua como un medio de purificación, se extendieron más y más, tomando diferentes formas en diferentes comunidades. Abluciones rituales y baños purificadores son de alguna manera el preludio del Bautismo como lo conocemos, pero ya en el Antiguo Testamento los hombres habían reconocido el poder salvífico del agua, su ser un instrumento de la voluntad de Dios para salvar a los justos. Pensamos en el Diluvio Universal, o el pasaje del Mar Rojo por Moisés y el pueblo elegido para huir de Egipto Debemos esperar al Bautismo de Juan el Bautista para encontrar algo que esté más cerca de nuestra idea del Bautismo. De hecho, además de usar la función purificadora del agua, hizo que quienes lo recibieron formaran parte integral de los descendientes de Abraham, la gente que esperaba con fe y esperanza el advenimiento del Mesías. Para acceder al Bautismo de Juan, era necesario arrepentirse de sus pecados e implorar el perdón. Aquellos que lo exigían, tenían que ser conscientes del alcance de esta elección en su vida y comprometerse a perpetuarla hasta el final. El mismo Juan declara que su Bautismo es solo provisional, que es el preludio del Bautismo que traerá el Mesías: un Bautismo hecho con agua esperando eso hecho con el fuego. Cuando Jesús apareció a Juan para recibir el Bautismo, realmente acepta su propio destino. Al salir del agua, Jesús ve el cielo abrirse y el Espíritu Santo aparecer en forma de paloma, mientras desde el cielo se oye una voz: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”. El Espíritu Santo desciende sobre él, invirtiéndolo en su papel, transformándolo en el Cordero de Dios. Es el comienzo de una nueva vida y la premonición de la muerte, que conducirá a la Resurrección. El destino de un hombre y de toda la humanidad se logra en las orillas del Jordán, en un único gesto de sumisión y humildad destinado a cambiar todo.
PREGUNTAS A RESPODER EN EL ESPACIO DE COMENTARIOS: 1. ¿Cómo se llama ese cambio profundo (huella) esa transformación que hace el bautismo en nosotros? 2. ¿Cuáles son los tres elementos fundamentales de la transformación que el sacramento del bautismo hace en nosotros? 3. Explica brevemente por qué para hablar del Bautismo se utiliza la imagen de la "puerta"

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